La princesa no tenía ni idea de qué hacer ante aquella situación imprevista. El dragón estaba muerto tal y como decía la historia, pero, en vez de un héroe salvador, había tres: Jordi, Jorge y George. La sangre del lagarto gigante todavía no había florecido cuando los tres se acercaron corriendo a la joven.
—¡Princesa! ¿Estáis bien? —Jordi se adelantó antes de que los otros dos pudieran mediar palabra.
—¡Anda, pero si habla español y todo! —dijo sorprendido Jorge, quien de repente dejó de prestarle atención a la mujer a la que acababa de rescatar.