Nunca
fui un purista antiandroides, tampoco es que hayan sido de mi agrado, pero
acepté lo podrido que está el corazón del ser humano y seguí mi camino. Al fin
y al cabo tampoco estaba en mi mano iniciar una cruzada para proteger los
derechos de un “ser” que, aunque haya sido provisto de sentimientos y consciencia,
no deja de ser un instrumento para satisfacer los oscuros deseos del homo sapiens sapiens. Prueba de ello son
los Prosti+, que están situados justo enfrente de los prostíbulos
convencionales,aunque estos últimos se han convertido prácticamente en locales
exclusivos para puristas. ¿Quién iba a pagar el doble teniendo a unas
mujerzuelas de caderas intercambiables? Pero yo no estoy aquí para juzgar a
nadie. Como se suele decir: que tire la primera piedra aquel que esté libre de
pecado. O de aceite, en este caso.