Cuando me senté en aquella cafetería a tomarme el segundo café de la
mañana, no tenía ni idea de lo que aquel 4 de diciembre me iba a deparar.
Como siempre, me había tomado mi primer café nada más levantarme, pero
esta vez tuvo un sabor distinto, un sabor como...a victoria. Así que tras media
mañana bastante buena y animado, esperaba que el segundo del día tuviera el
mismo sabor que el primero. La única diferencia debía ser que este iba a ser
engullido por las prisas de volver al trabajo, pero esa no iba a ser la única,
ni tampoco iba a volver al trabajo.