jueves, 23 de enero de 2014

Cloacas y decisiones



No sabíamos qué hacer, estábamos atrapados ahí, en aquellas cloacas sin poder hacer nada. Ambos agachábamos un poco la cabeza a cada pisada que daban las tropas. Eran cientos, y cada paso que daban parecía que iba a hacer que el techo se derrumbara sobre nosotros.  Yo solamente llevaba una pequeña pistola de mano con cinco balas en el cargador  para protegernos a mí y a Michelle. Ella no paraba de temblar, y aunque se esforzaba por ocultarlo, al tenerla entre mis brazos era imposible no darme cuenta de que estaba llorando de terror. Quise darle algunas palabras de ánimo, quise prometerle que todo iba a salir bien, que al día siguiente aquello no iba a ser más que un recuerdo, pero no pude decírselo, ya que ni yo mismo me lo creía. Ante tal impotencia no pude hacer más que apretarla aún más fuerte contra mí y agachar la cabeza.