jueves, 1 de febrero de 2018

Modorra



          Todo estaba oscuro, mi vista no alcanzaba a ver el final de la habitación. No sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Tampoco recordaba qué era lo último que había hecho. Simplemente en algún momento dejé de hacer lo que estaba haciendo y aparecí allí: en una silla incómoda y atado de pies y manos.