La mujer, cuya edad real superaba los
cincuenta años por mucho, aparentaba tener poco más de cuarenta debido a
múltiples retoques estéticos. Entró al recinto vestida con unos leggins negros,
un top del mismo color, y una chaqueta de cuero rojo. Llevaba el pelo recogido
en una coleta de caballo, y en el origen de su rubia melena podían verse unas
raíces blancas como el lomo de un armiño. Además, tenía una pequeña pistola en
cada mano.