jueves, 28 de noviembre de 2013

Maldito bastardo (Parte 3)



 La mujer, cuya edad real superaba los cincuenta años por mucho, aparentaba tener poco más de cuarenta debido a múltiples retoques estéticos. Entró al recinto vestida con unos leggins negros, un top del mismo color, y una chaqueta de cuero rojo. Llevaba el pelo recogido en una coleta de caballo, y en el origen de su rubia melena podían verse unas raíces blancas como el lomo de un armiño. Además, tenía una pequeña pistola en cada mano.




Tanto el secuestrador como el secuestrado mostraban cierta sorpresa al ver entrar a esa mujer, a la cual ambos conocían. Ella se adentró en la habitación esquivando los cuerpos de los hombres a los que había dado muerte, pero sin querer pisó un pequeño charco de sangre que se había formado.



—¿Veis? Ahora mis nuevos zapatos de tacón han quedado inservibles por vuestra culpa… —Se apartó del charco y finalmente se posicionó a pocos metros de los dos únicos hombres vivos que quedaban en la sala. Mientras tanto, ellos, seguían expectantes —. Tengo algo que deciros a los dos —Con su mano derecha apuntó a Thomas, el secuestrador —. Tú, ¿no te da vergüenza que una vieja en tacones se haya cargado a todos tus hombres y haya conseguido infiltrarse aquí sin un solo rasguño? —Thomas soltó un suspiro un tanto irónico y arrogante. Ella por su parte, ignoró al hombre y apuntó con su mano izquierda a Tom, quien cada vez tenía más dificultades para respirar —. Y a ti, jovencito, debería cortarte los huevos por dejarte pillar por sus hombres —. El joven, sin darle la más mínima oportunidad de que siguiera hablando la interrumpió:



—Que te jodan vieja chiflada, seguro que todo esto es obra tuya, igual que lo fue el asesinato de mi madre. —La mirada de la mujer cambió. Bajó las manos,  sus pupilas se dilataron  y su rostro mostró ira y desquicio.



—¡¿Cómo te atreves a decir que yo misma planeé el asesinato de mi hija?! —De golpe, su rostro volvió a mostrar una apariencia relajada y tranquila —. Pero te lo voy a perdonar porque has acertado la primera parte. ¡Todo esto es obra mía! ¡Ah! Si hubiera sido menos ambiciosa me hubiera podido convertir en una artista famosa, aunque claro, hubiera ganado muchísimo menos dinero, y sería conocida, me gusta el dinero pero no la fa…—Thomas, harto de escuchar las divagaciones de la vieja, se puso en frente de la mujer, la cual dejó de hablar al ver que el hombre quería pronunciarse.



—Muy bien, Evelyn, dinos qué quieres de nosotros, y por qué has hecho que yo y mi hijo, a quien creía muerto, nos viéramos involucrados en ésta situación. —Thomas miró a su hijo con ojos de vergüenza y agachó la cabeza al ver lo que había hecho con su propio vástago.



Evelyn, sin perder un segundo y aprovechando el despiste del hombre, le apuntó en la cabeza con sus dos armas y gritó —. ¡¡Porque ahora tengo el colgante de oro y el mapa en mis manos!! —Y justo al terminar la frase, apretó ambos gatillos y levantó los brazos en señal de celebración, dejando caer sus pistolas a la vez que el cuerpo de su yerno se desplomaba contra el suelo.



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