domingo, 27 de octubre de 2013

Pasado, presente y futuro


Esta mañana, después de varios años, me he reencontrado con un viejo amigo, “el Romántico”. Me pareció curioso que se acercara a mí, sobretodo teniendo en cuenta la forma de la que nos distanciamos. Cogí su vida, y sin importarme lo que sucedería con él, se la robé y la hice mía.
A pesar de nuestras diferencias y de la mala jugada que le hice, se sentó a mi lado y empezó a contarme como se sintió durante todo el tiempo que había pasado lejos. Me contó que al principio no le importó que le sustituyera, que si había luchado tanto por ello y finalmente lo había conseguido, quizás significara que realmente lo merecía. Así que se escondió en el lugar más oscuro del mundo para no molestarme, saliendo solamente para asegurarse de que las cosas me fueran bien, y dejándome pistas de a quién pertenecía realmente esa vida para que no olvidara cual era mi papel.
También me dijo que cada vez tenía que salir más regularmente, y que poco a poco me fui alejando de mi papel y me iba convirtiendo en una persona totalmente distinta, que ya no se parecía en nada  a la que se suponía que estaba sustituyendo, olvidando su forma de actuar, el aprecio por sus seres queridos, e incluso sus principios. Él era “el Romántico”, y no puede existir un romántico sin sentimientos, y  por eso había venido a verme. Ya no consideraba que me mereciera su vida, ya no le apetecía velar por mí, pero tampoco le interesaba que me descubrieran, así que estaba dispuesto a recuperarla.
Presa del miedo salí corriendo, durante un momento giré la cabeza para ver si seguía detrás de mí.
-¡Devuélvemela!
Seguí huyendo de él hasta que le despisté, y una vez llegué a casa, estaba tan destrozado física y mentalmente que no pude hacer otra cosa que tumbarme en el sofá, empezar a llorar y escribir esto. Aunque sinceramente, no sé quien lo está escribiendo exactamente. 



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